En esta temporada nos entusiasma la idea de celebrar con la familia, amigos o personas que quizá viven lejos y los vemos solo en estas fiestas, pero también hay una sonrisa traviesa al imaginar el refrigerador lleno de platillos deliciosos, postres y más. También puede pasar que a ratos nos de ansiedad al pensar que podemos perder el control frente a tanta comida, que el esfuerzo previo se va a perder.
En esta fecha lidiamos con muchas emociones que van desde el festejo hasta la perdida de un ser querido, reuniones, días sin trabajo, hijos en casa todo el día, visitas, comida y más comida… que nos invita a probarla o a comer por ansiedad y otras emociones.
Aquí te comparto algunos recursos que pueden apoyarte:
Escribe una lista de actividades que disfrutas, que te hacen sentir bien contigo y que nada tengan que ver con comida, como: caminar en un parque, bosque o lago, leer un libro que tienes pendiente, hacer arreglos florales en tu casa, darte un masaje, escribir, aprender a meditar de una forma distinta, pintar con acuerela, etc. Mantenla a la mano y cuando te sientas abrumada encuentra la actividad que se te antoja probar y ¡manos a la obra!
Tómate un té o una infusión caliente a pequeños sorbos, saboreándola, oliéndola y sintiendo cómo tu cuerpo se relaja con el calor y unas cuantas respiraciones profundas, además olerá delicioso.
Platícale a una persona en la que confías ‘cómo te estas sintiendo’ y si necesitas que te tome la mano o te de un abrazo, pídelo.
Baila, muévete con la música un buen rato, suda tu ansiedad, tus emociones y ponte en contacto con tu cuerpo, siéntelo.
No quieras irte a la restricción, en la búsqueda de opciones ‘saludables’ se nos olvida que atender el apetito y el hambre es aun más saludable y evitará el atracón. El sabor de la Navidad también se siente comiendo, cómelo con gusto y saboréalo despacito, sin culpa.
El equilibrio al comer es importante, no descuides el incluir verduras, proteína y lo que tanto te gusta en tu plato. Si vas de visita puedes llevar una botana de verduras como apio y zanahorias baby con hummus o alguna otra que se te antoje y te sientas cuidada por ti.
No prometas que pasando las fiestas harás dieta, esto te llevará a quererte despedir de todo aquello piensas prohibirte y será un costo muy caro después, el momento para disfrutar, cuidarte, atenderte es hoy.
Antes de soltarte a comer por hambre emocional o ansiedad pregúntate:
¿Qué necesito en realidad? ¿Qué estoy sintiendo? ¿Para qué me lo quiero comer? ¿La comida lo va a resolver?
Si estas estresada quizá necesitas recurrir a tus estrategias del primer punto. Si te sientes enojada quizá necesitas poner límites. Si estas cansada una rica siesta te ayudará. Si te sientes sola busca compañía de verdad, de una persona cercana.
Si tienes hambre fisiológica necesitas comer rico, en calma y lo que habitualmente acostumbras, que sabes te da bienestar.
Escuchar tu hambre emocional es encontrar una herramienta para conocerte, para cubrir tus necesidades, para sentirte mejor a pesar de que sientas un poco de incomodidad, será pasajera.
Date el permiso de nutrir todas las áreas de tu vida, momentos y comida divertida, ratos a solas y acompañada, ratos dentro de casa y otros fuera. Si te dan ganas de llorar no lo frenes, llora. Baila si lo deseas, aunque nadie más lo haga. Escucha y siente lo que necesitas sin posponerlo ¡Mereces tu atención y cuidado!
Disfruta la época Navideña con gusto y amor para ti.
En mi libro Aprende de tu hambre emocional y dile adiós a la dieta encontraras más recursos para cuidar de ti. Editorial Vergara. Disponible en Audiolibro, E-book e impreso. Encuéntralo en librerías y tiendas online, Amazon, mercado libre, etc.
Psict. Marisol Santillán